miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las mujeres de Ayala

[Noticia completa en el Diario Noticias de Álava]


Y es que, si bien Amurrio, con 10.114 habitantes, Artziniega con 1.861 y Okondo con 1.157 cuentan con una asociación femenina por municipio: las bautizadas con el nombre de Aurreraka, Hiriska y Ametsus, respectivamente.

En Llodio, con 18.498 habitantes, se ha pasado este año de tres a cuatro, tras incorporarse la asociación Emaion a las ya existentes de viudas Avillo, la cultural Solastiar y la sociocultural de mujeres Jakaranda.

A todas ellas se les suman las cinco del municipio de Aiara, con una población que no alcanza los 3.000 habitantes, repartidos en 24 localidades. De aquí que en Luiaondo, con poco más de mil habitantes, surgiera la asociación de mujeres Gure Andere, o en Respaldiza la de Eskoritas.

Lo sorprendente es que en pueblos como Menagarai, Llanteno y Quejana, con censos de 157, 136 y 47 vecinos, respectivamente, tengan sus propios grupos de mujeres: Menagaraiko Emakume Taldea, Ama Birjina Zuria y Las Nieves. Y muchos de ellos, con una larga trayectoria a sus espaldas. Continúa leyendo la noticia completa en el Diario Noticias de Álava

lunes, 18 de noviembre de 2013

Importancia del Lavadero en el Contexto Rural de Álava



El lavadero fue un lugar relevante para la sociabilidad de las mujeres en Álava, como ha investigado Beatriz Gallego. El lavadero, era un lugar para la colada pero también un centro de reunión exclusivo de las mujeres. 


El lavadero de Tuesta, está cubierto y curiosamente, conserva en uno de sus rincones, una campana y chimenea, así como la pila circular donde se vertía la ceniza para blanquear la ropa. 

Los lavaderos públicos "son recintos de gran contenido sociológico y etnográfico" en los cuales surgían "cantigas", refranes y leyendas populares. Los lavaderos fueron testigos de la evolución de muchos pueblos, y aunque todavía hoy en día funciona alguno, sobre todo en el ámbito rural, su número ha descendido de manera considerable, desde que las nuevas tecnologías empezaron a facilitar el lavado (MÉNDEZ-VALGA, 2011)

La tarea del lavado de ropa está unida irremediablemente a la historia de las sociedades organizadas y a la aparición de un determinado grupo encargado de actividades relacionadas con el concepto de higiene, limpieza, urbanidad y progreso. El término lavaderos es usado desde el s.XVI, para designar el “lugar destinado para lavar la lana, ropa u otra cosa” (DEL ESTAL, 2010).

Comúnmente es conocida como chafardera aquella persona a la que le gusta ir chismorreando y hablando intimidades del prójimo. Dicho término proviene del catalán safareig (lavadero) y se utiliza desde que antiguamente ese sitio era lugar de reunión de las mujeres que acudían a hacer la colada y aprovechaban para hablar de aquellas personas que nos estaban presentes. Hemos de recordar que por entonces no existían las lavadoras y se debía ir a lavar la ropa a los lavaderos públicos habilitados para tal menester (LÓPEZ, 2012). 

Del hecho de acudir a ese lugar nació la locución ’fer safareig’ (hacer la colada)  y como sinónimo ‘ir a cotillear’ y/o hablar de los demás. La palabra safareig derivó en xafardeig (chafardería) y de ahí a xafardejar (chafardear) y xafardero/a (chafardero/a), siendo desde entonces habitual utilizarlas para referirse al acto y la persona que se dedica a hablar de los demás.

Además en ese lugar (los lavaderos públicos) nacieron otras expresiones muy relacionadas con el tema, como es ‘lavar los trapos sucios’ en relación a contar intimidades de otros/as y ‘hay ropa tendida’ como modo de avisar que no se puede hablar de según qué cosa delante de una persona determinada o de algún niño que no debe escuchar lo que se dice.

Los lavaderos públicos eran una especie de casinos femeninos. Los hombres nunca lavaron en público. Ahora sí que lo hacen, pero en casa. Nunca un hombre tenía acceso al lavadero, e incluso hay ordenanzas, como las de Caravaca de 1548, que prohibían a los hombres incluso detenerse a mirar a las mujeres, bajo pena de 3 reales de multa y tres días de cárcel, como ha investigado J.A. MELGARES.

El lavadero solía ser municipal, y era el Concejo quien se encargaba de su mantenimiento. Las ordenanzas se referían al lavadero, prohibía lavados en otros sitios y señalaba horarios. Incluso hablaba de la colocación de las mujeres según el proceso de lavado (HERRERO, 2006).



Los Lavaderos Públicos fueron, durante el siglo dieciocho 1820-1830, mucho más que un lugar donde lavar la ropa. Cada lavadero, que se ubicaba en los pueblos más poblados de la zona, congregaba cada tarde a decenas de mujeres que acudían cargadas con cerradas, cestas y calderos a lavar la ropa. 

La mayoría de ellos fueron construidos entre los años mil ochocientos veinte y treinta, una infraestructura que fue un alivio para las espaldas de muchas de esas mujeres que se pasaron media vida frotando con la pastilla de jabón agachadas, en la acequia, balsa, regajo, cerrada, o en el río (PÉREZ, 2011). 


Sin embargo con la llegada de la lavadora, sólo las personas nostálgicas acuden a los lavaderos, y no para lavar: unos para recordar, otros para tomar contacto con el pasado… pero nadie niega que fueron verdaderos centros de socialización del mundo rural (PÉREZ, 2011).

No había pueblo que no luchase, durante el siglo XIX, por la construcción de un lavadero, el único método conocido hasta la fecha para aliviar el dolor de las espaldas de las mujeres que se pasaban horas arrodilladas, frotando la ropa de la familia (PÉREZ, 2011).

Eran tiempos de pobreza y miseria, años en los que la mayoría de los habitantes lograban subsistir a base de una pequeña ganadería y una huerta. No había lujos ni se pretendían, pero cuando los que vivieron aquellos años los recuerdan, siempre consiguen dejar de lado las vivencias de la falta de todo para, sin embargo, rescatar del recuerdo los momentos de compartir con los vecinos, cuando surgían los comentarios y las bromas y siempre había lugar para la risa. Aquellas tertulias no premeditadas donde no se servía ni café, ni pastas, ni se formaban corrillo en la mesa del salón, son rememoradas con cariño y siempre tenían un escenario común, los lavaderos (PÉREZ, 2011).


Estas construcciones fueron lugar de encuentro de las mujeres y de confidencias íntimas que la sociedad se negaba a escuchar, hervideros de lo bueno y de lo malo, donde además de sacar el negro de la ropa conseguía sacárselo también del alma, en una época donde la pobreza dejaba poco tiempo para el humor (PÉREZ, 2011).

En muchos de nuestros pueblos, aun hoy podemos encontrar los lavaderos públicos, unas construcciones realizadas al aire libre, cubiertas de una techumbre y alimentadas por una corriente de agua, procedente de una fuente o acequia, la mayoría de ellos han sido reconstruidos, y hoy en día,se han mantenido, han restaurado, otros lamentablemente se han destruido, pero los que sobreviven aún dejan un legado a la historia (DEL ESTAL, 2010). 

Estos lavaderos servían para que las mujeres del pueblo pudieran lavar la ropa, llevando consigo, el jabón, la ropa sucia, el raspador, la cuba.... 

Pero al mismo tiempo, estos lavaderos eran como un centro social, ya que era el lugar de reunión de las mujeres del pueblo, donde se comentaba cualquier acontecimiento que ocurría en el pueblo (DEL ESTAL, 2010). 

Esta charla de Beatriz Gallego sobre la Historia de los Lavaderos se hizo en Zalduondo, Álava.


Texto: Tamara de Agurain.
Referencias y citas: Mentxu Ramilo
Fotografías: Fernando Pérez

Más información:
GALLEGO, Beatriz (2011): Una aproximación a la sociabilidad femenina y a la creación de la conciencia de género: los lavaderos en el mundo rural alavés

DESARROLLO RURAL Y GENERO 2013. Álava


 DESARROLLO RURAL Y GENERO 2013. 
Impartido por hazi
Reunión de trabajo Consorcio de Desarrollo de la Zona Media

- Breve introducción, trabajo de la entidad en materia de la igualdad de oportunidades






- Trabajo de la entidad en asesoramiento para la puesta en marcha de ideas de negocio en la comarca.
-Experiencias empresariales de las Mujeres de Álava y Bizkaia.



 Añorbe... Proyecto Manos Próxima  (Servicio de Atención a la Infancia)


 Puente la Reina - Gares. Centro Canino y Adiestramiento de Aves


Charla sobre la crianza de distintas razas caninas y de la infraestructura de la guardería canina y de aves.







Adiestramiento de perros in situs en Puente la Reina- Gares






 Charla de la crianza de distintas razas caninas
Adiestramiento de Aves















Visita Casa árbol en Restaurante Jakue en Puente la Reina 






















editado por Tamara de Agurain

sábado, 16 de noviembre de 2013

Salineras de Añana. Alma, corazón y madres del Valle Salado

[Texto extraído de la descripción del vídeo en Youtube]
Las salineras (Irene Arauco, Gloria Iturralde, Asunción Iturralde, Arantza Mardónez, Mari Gor, Agripina Pérez, Saturnina García y Natividad Berge) extraen de su memoria vivencias acumuladas a lo largo de todos los años que han vivido y trabajado en las eras de sal.


Este vídeo se ha realizado a través del Servicio Berdinbidean Araba de asesoramiento en materia de igualdad a los municipios de menor tamaño de Araba. Servicio en el que participa la Diputación Foral de Álava, EUDEL y Emakunde

La elaboración del vídeo se enmarca dentro de una iniciativa que tiene como objetivo recuperar la memoria histórica del papel de las mujeres en la vida social y cultural de los pueblos del entorno rural. Al mismo tiempo, se pretende recoger las vivencias, en primera persona, sobre el trabajo realizado por las mujeres siguiendo las huellas plasmadas en la configuración del entorno rural.

La excepcionalidad de este paisaje cultural industrial vivo con más de 6.500 años de historia documentada, unido al proyecto de recuperación que está llevando a cabo sin ánimo de lucro la Fundación Valle Salado, hacen que las salinas sean un Monumento Histórico Nacional y estén en trámites de convertirse en Patrimonio Mundial de la UNESCO.

martes, 12 de noviembre de 2013

ENAMORATE

                                                    CONCLUSIONES

 No te enamores del Amor Enamórate de alguien que: Te ame, que te espere,

Que te comprenda aun en la locura; De alguien que te ayude, Que te guíe, que sea tu apoyo, Tu esperanza, tu todo.

Enamórate de alguien que no te traicione, Que sea fiel, que sueñe contigo, que solo piense en ti, En tu rostro, en tu delicadeza, en tu espíritu Y no en tu cuerpo o en tus bienes.

Enamórate de alguien que te espere hasta el final. Enamórate de alguien que sufra contigo. -que ría junto a ti, que seque tus lágrimas, -que se alegre con tus alegrías y -que te de fuerzas después de un fracaso.

Enamórate de alguien que vuelva a ti después de las peleas, Después del desencuentro, de Alguien que camine junto a ti. Que sea un buen compañero, Que respete tus fantasías, tus ilusiones.

Enamórate de alguien que te ame. No te enamores del amor, Enamórate de alguien que esté enamorado de ti.

ANTONIA

LAS HERMANAS GEMELAS

LAS HERMANAS GEMELAS

Érase una vez dos hermanas gemelas que nacieron en un pueblo de América allá por el año 1942. Su venida al mundo fue algo nuevo e insólito y revolucionó el mercado de aquel entonces. Eran esbeltas, finas, transparentes. de “cristal” se llamaban. Tuvieron fácil entrada en la familia, sus antecesoras, las medias de algodón y de seda, no creían lo que veían, ellas gruesas resistentes poco adaptadas ven llegar a las hermanas pequeñas “las medias de cristal” de tejido fino, transparente, adaptable, elegante y encima irrompible, ¡no se hacían carreras!

Miraban a la pequeña media de cristal con un poco de “pelusa” por la acogida que había tenido en la familia. Ellas veían a Dña. Adelaida todo gozosa con su nueva adquisición. Contemplaban cómo metía su mano regordeta en ese fino tejido, lo estiraba después lo recogía todo hacia la punta, metía el pie, colocaba bien la puntera y el talón y con sumo cuidado, por las uñas, ¡zas! estiraba el resto por toda la pierna hasta el liguero encima del muslo ¡quedaba perfecta! fina, transparente. Era presumida nuestra media de cristal no menos que su hermana gemela.

Las dos era igualitas, del mismo color y de la misma largura (altura) y delgadez. Daba gusto verlas cuando en la terraza se columpiaban al viento después de haberse bañado en agua templadita y espumosa. Zis, zas; arriba, abajo, la vuelta entera ¡qué felices eran! Y a los rayos del sol se secaban y de nuevo Dña. Adelaida las introducía en su pie pequeñito y bailarín.

Como se lucían las dos en aquellas piernas tan bonitas de su dueña, se sentían importantes porque sabían que realzaban su belleza y sabían muy bien que eran admiradas por todos. Dña. Adelaida se sentía feliz, segura de sí misma desde su adquisición había acortado graciosamente (generosamente) sus falditas y caminaba airosa por la vida desde que se había puesto sus primeras medias de cristal.

ANTONIA