Cuenta la leyenda que un día Dios reunió a sus ángeles y les encargó la misión de viajar a la tierra. Deberían observar las conductas y comportamientos de los seres humanos.Y al volver, los ángeles deberían narrarle qué era lo que más les había llamado la atención de todos ellos.
Según esa misma leyenda, uno de los ángeles pidió permiso para prolongar su estancia, ya que la tarea encomendada le estaba resultando difícil y compleja.
Dios se lo concedió.
Concluida también esta prórroga el ángel volvió a solicitar otro aplazamiento para su retorno. Fue entonces cuando Dios le mando llamar y le preguntó cuál era su problema. Qué era lo que le impedía llevar a buen término la misión encomendada.
Todos sus compañeros parecían no haber tenido dificultad alguna para realizarla dentro de los plazos establecidos. Había sido ampliamente informado por ellos de que las conductas egoístas, abusivas e irresponsables estaban detrás de la mayoría de las desdichas, infortunios, penurias, y miserias.
- Señor, -le dijo- De ahí radica precisamente mi problema, no puedo permanecer como mero espectador de las necesidades, desigualdades y carencias humanas sin preguntarme qué puedo hacer yo.
- Bien, -volvió a preguntarle Dios- ¿Y qué es lo que puedes hacer tú para mejorar la vida en la tierra?
- Señor, -dijo el ángel- he contactado con una forma humana capaz de ofrecer amor incondicionalmente. Acostumbra además a pensar en las necesidades de los demás antes que en sí misma.
Entre sus muchas virtudes, destacan la de ser perceptiva, sensible y generosa.
Asimismo he de mencionar su alto poder de entrega y dedicación para atender y ayudar a los más débiles.
Según he podido comprobar posee la capacidad innata de escuchar, así que le hago llegar diferentes mensajes, aconsejándolas de que la mejor fórmula para conseguir algo grande, es estar unidas.
- Ciertamente -dijo Dios- tu labor es digna de que te otorgue el tiempo que necesites. ¿Y dime, cómo se le denomina a esa extraordinaria criatura?
-El ángel respondió- En la tierra se le llama MUJER.
Autora: Pepi de Agurain.
No hay comentarios:
Publicar un comentario